Bienvenidos a la Ciudad de Arequipa

Vieron al diablo

Situado en la calle de Santa Rosa, casi cerrando la de Santa Teresa, existe en Arequipa una caserón, cuya pared del sur es medianera con el monasterio de la santa límense. Por detrás, formándole fondo, se extienden las chácaras. Tambo de Santiago es el nombre con que se ha conocido siempre, hasta que, en los últimos tiempos, dejó de ser posada unas veces y cuartel otras para remozarse con el aspecto de casa habitación por familias. Que quién fue ese Santiago, me preguntará sin duda la curiosidad insatisfecha. Pues no lo sé, y se la dejo a los futuros tradicionistas para que se devanen la paciencia en averiguarlo. Puede que fuese el primitivo propietario del caserón o algún tipo popular En el albergado, en el caso que en el viejo Tambo había un cuartucho que, por hallarse a algunas varas sobre el nivel del suelo, tenía una pequeña escala de sillar, y que en ese cuartucho habitaba Doña Mariquita, la Montufar, señora que era una viejecilla cuyo molde barrunto ya se ha roto en Arequipa. Pequeña, encorvada por los años, de expresión apacible, pobre, pero decentemente vestida, doña Mariquita no se preocupaba por la lucha cruel de la existencia. Después de oír muy de madrugada la primera misa y de encomendar, con masculleos interminables, a justos y pecadores, pasaba el día prestando servicios aquí y allá, por apego a la casa de personas conocidas, sin remuneración, sin otro gaje que el resto de comida que unas veces le daban aquí y otras allá.
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